lunes, 29 de noviembre de 2010

Somos Cómplices

Envueltos en una nube de humo, impregnados de ese amargo olor, la noche fría cobijaba los más íntimos sentimientos, el va y ven de las luces de la noche, como una ciudad perdida en el espejo, tus ojos reflejaban un buen momento, no más allá de ese nuevo y cálido pleistoceno.

El elixir de los tragos ingeridos, por dos almas sedientas de compresión, las palabras que se evaporaban incesantemente en el aire, mientras éramos observados por un desconocido a través de un retrovisor.

Las palabras como tejido vivo, el sentimiento de tranquilidad que brota a flor de piel, el reconocer ese ser único entre la multitud, el observar su figura de cerca, sentir su aliento, su perfume, ser cómplice de ese todo contenido a flor de piel.

Más allá de lo vivido y lo sentido está la conformación de un complicidad explicita entre dos seres que intentan saciar al otro y poco a poco logran calmar la sed.

Atrás queda el público, atrás queda la música, la ciudad cabalgaba de forma extraña, misteriosa, como aquella gota de agua que recorre e irriga lentamente el camino creado por la piel.

Finalmente ahí estoy, envuelto en un frágil recipiente de papel, las palabras ahora están más lejos, pero la intensión latente se mantiene, el recuerdo de lo vivido, el animo de repetirlo, el augurio de cosas mejores, renuevan permanentemente mi sed...de ti.

No hay comentarios: