Ahora viajaba en un carro a cientos de kilómetros, las luces se difuminaban con inusual afán, los carros en formas de títeres le pitaban a su paso, la luna le seguía los pasos con agilidad, pero era imposible alcanzarlo ya que iba endemoniado, impulsado por un corazón de cartón, que ya no sentía nada, o casi nada. Su destino iba perdiéndose entre calle y calle, su conciencia se desvanecía entre los agudos gritos que producían sus mas amadas canciones, la vida parecía distraerse con cada bocanada de humo, que inhalaba con el mismo fervor que un musulmán viaja hasta la meca, a lanzar piedras a sus pilares sagrados. La compasión y la caridad las había dejado depositadas en otra alma, sus sensaciones era metafísicas, vidas pasadas, se iluminaban ante sus ojos. No podía creer todo lo que sucedía, no encontraba con quien debatir sobre la maldita vida, no encontraba con quien vivir un fervor instantáneo que le quitara el aliento y le devolviera un pedazo de vida, que le hiciera recordar tantas cosas que ya no tenia. El maldito reloj corría mas rápido que él, las jodidas obligaciones lo empujaban hacia un abismo; y él pretencioso y valiente se aferraba a un sueño diferente, a una ilusión única, no quería compartir mas ilusiones quería ser uno solo en el mundo, quería reconocimiento de nadie, quería vivir en un planeta lluvioso, lleno de almas vírgenes, que le darían la única verdad que buscaba, la verdad de la vida. No podía creer que el mundo pudiera seguir girando con tanta mierda, rodando en él, no podría creer tanta sangre derramada, no podría creer tanta miseria y tanta maquinaria absurda dispuesta para satisfacer los deseos mas hedonistas de la aristocracia obesa y desteñida.
lunes, 19 de noviembre de 2007
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1 comentario:
".... me di cuenta enseguida de que para verte como yo queria era necesario empezar por cerrar los ojos...."
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